miércoles, 12 de diciembre de 2012

PLANO O MUNDO DEL DESEO


Así como hay un equilibrio de relaciones de Purusha (lo personal, el quieto, el Ser Real o alma…) con Prakriti (lo impersonal, el movimiento, la naturaleza del Ser Real o alma…) en el que la Materia es el primer determinante, un mundo de existencia material (nuestro mundo conocido), de igual modo hay otro equilibrio precisamente (otro mundo o plano) encima de éste en el que la Materia no es suprema sino que la fuerza de la Vida ocupa más bien su lugar como primer determinante.

En este (otro) mundo las formas no determinan las condiciones de vida, pero es la vida la que determina la forma, y por lo tanto las formas son allí mucho más libres, fluidas, en mayor escala y para nuestras concepciones más extrañamente variables que en el mundo material.

Esta fuerza vital aboga por el disfrute, la posesión y la satisfacción de su impulso dinámico. El deseo y la satisfacción del impulso son, por lo tanto, la ley primera de este mundo, de este equilibrio de relaciones entre el alma y su naturaleza en el que el poder del deseo juega con una libertad y capacidad mucho mayores que en nuestra vida física; puede llamarse mundo del deseo, pues ese es su principio característico.

Es más, no está fijado a una sola fórmula difícilmente variable como parece ocurrir en el mundo físico, sino que es capaz de muchas variaciones de su equilibrio, admite muchos subplanos que abarcan desde los que entran en contacto con la existencia material y es como si se fundiesen en ella, hasta los que hacen lo propio en la cima del poder vital con los planos de la pura existencia mental y psíquica, fundiéndose en ellos. Pues en la Naturaleza, en la escala infinita del ser, no hay vastos abismos, ni abruptas fisuras que saltar, sino una amalgama de una cosa con otra, una sutil continuidad.

Además, al ser el goce de una u otra índole el objeto total del deseo, esa debe ser la tendencia del mundo del deseo; pero puesto que el alma no está libre en parte alguna –y no puede estarlo cuando se halla sujeta al deseo-, debe existir lo negativo al igual que lo positivo de toda su existencia, este mundo no sólo contiene la posibilidad de goces grandes, intensos o continuos casi inconcebibles para la mente física limitada, sino también la posibilidad de sufrimientos igualmente enormes. Por lo tanto, aquí están situados los cielos más bajos y todos los infiernos con cuya tradición e imaginación la mente humana se sedujo y aterrorizó desde las prístinas edades. 


Sri Aurobindo
Síntesis del Yoga, Libro II
Capítulo XIX, Los Planos de nuestra existencia



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