viernes, 18 de febrero de 2011

El inicio de la Libertad

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El Ser Consciente, Purusha, es el Yo como originador, testigo, apoyo, señor y disfrutador de las formas y obras de la Naturaleza.

Así como el aspecto del Yo se halla en su esencial carácter trascendental incluso cuando está involucionado e identificado con sus devenires universales individuales, de igual manera el aspecto del Purusha es característicamente universal-individual e íntimamente conectado con la Naturaleza aunque separado de ella. Pues este Espíritu consciente, mientras retiene su impersonalidad y eternidad, su universalidad, inviste al mismo tiempo un aspecto más personal: es el ser impersonal-personal en la Naturaleza, del que no está del todo separado, pues siempre está unido a ella: la Naturaleza actúa para Purusha y por su sanción, para su voluntad y placer; el Ser Consciente imparte su conciencia a la Energía que llamamos Naturaleza, recibe en esa conciencia sus obras como en un espejo, acepta las formas que ella, la ejecutiva Fuerza cósmica, crea en él, acuerda o retira su sanción de sus movimientos. La experiencia de Purusha Prakriti, el Espíritu o Ser Consciente en sus relaciones con la Naturaleza, es de inmensa importancia pragmática; pues en estas relaciones el juego total de la conciencia depende del ser corporizado.

Si el Purusha en nosotros es pasivo y permite que la Naturaleza actúe, aceptando cuanto ella le impone, acordando una constante sanción automática, entonces el alma en la mente, vida, cuerpo, el ser mental, vital y físico en nosotros, deviene sujeto a nuestra naturaleza, regido por su formación, manejado por sus actividades; ese es el estado normal de nuestra ignorancia.

Si Purusha en nosotros se torna consciente de sí como Testigo y respalda a la Naturaleza, ese es el primer paso hacia la libertad del alma; pues se separa, y es posible entonces conocer a la Naturaleza y sus procesos, y con toda independencia, dado que ya no estamos envueltos en sus obras, para aceptar o no aceptar, para hacer la sanción ya no automática, sino libre y efectiva; podemos escoger lo que ella hará o no en nosotros, o podemos respaldar sus obras por completo y retiramos fácilmente dentro del silencio espiritual del Yo, o podemos rechazar sus actuales formaciones y remontarnos a un nivel espiritual de la existencia y desde allí recrear nuestra existencia. Purusha puede dejar de ser sujeto, anisa, y pasar a ser señor de su naturaleza, lsvara.
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LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo II
 BRAHMAN, PURUSHA, ISHWARA  -  MAYA, PRAKRITI, SHAKTI

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miércoles, 16 de febrero de 2011

Todo es Brahman

Una absoluta, eterna e infinita Auto-existencia, Auto-conocimiento, Auto-deleite del ser que secretamente sostiene y penetra el universo aunque asimismo esté más allá de él, es, entonces, la primera verdad de la experiencia espiritual.

Mas esta verdad del ser tiene a la vez un aspecto impersonal y otro personal; es no sólo Existencia, es el único Ser absoluto, eterno e infinito.

Así como hay tres aspectos fundamentales en los que encontramos esta Realidad -Yo, Ser Consciente o Espíritu y Dios, el Ser Divino, o para usar los términos hindúes, la absoluta y omnipresente Realidad, Brahman, que se manifiesta a nosotros como Atman, Purusha, Ishwara-, de igual manera su poder de la Conciencia se nos presenta bajo tres aspectos: es la auto-fuerza de esa conciencia conceptivamente creadora de las cosas, Maya; es Prakriti, Naturaleza o Fuerza hecha dinámicamente ejecutiva, estructurando todas las cosas bajo el ojo testigo del Ser Consciente, el Yo o Espíritu; es el Poder consciente del Ser Divino, Shakti, que es conceptivamente creador y dinámicamente ejecutivo de, todas las obras divinas.

Estos tres aspectos y sus poderes basan y comprometen la totalidad de la existencia y toda la Naturaleza y, tomados en conjunto como una simple totalidad, reconcilian la aparente separación e incompatibilidad de la Trascendencia supracósmica, la universalidad cósmica y la separación de nuestra existencia individual; el Absoluto, la Naturaleza cósmica y nosotros mismos estamos ligados en la unidad por este aspecto triuno de la Realidad única.

Pues tomada por sí la Existencia del Absoluto, el Supremo Brahman, sería una contradicción del universo relativo y nuestra existencia real sería incompatible con su única Realidad incomunicable.

Pero el Brahman es, al mismo tiempo, omnipresente en todas las relatividades; es el Absoluto independiente de todos los relativos, el Absoluto basando todos los relativos, el Absoluto gobernando, penetrando y constituyendo todos los relativos; nada hay que no sea la Realidad omnipresente. Observando el triple aspecto y el triple poder llegamos a ver cómo esto es posible.
Pues vemos que el Indeterminable se determina como infinito y finito, el Inmutable admite una constante mutabilidad y diferentes interminables, el Único deviene multitud innumerable, el Impersonal crea o sostiene la personalidad, es él mismo una Persona; el Yo tiene una naturaleza y con todo difiere de su naturaleza; el Ser se vuelca en el devenir y es siempre él mismo y distinto de sus devenires; el Universal se individualiza y el Individual se universaliza; el Brahman es, a la vez, vacío de cualidades y capaz de infinitas cualidades, el Señor y Hacedor de las obras, empero un no-hacedor y silencioso testigo de las obras de la Naturaleza.






LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo II
 BRAHMAN, PURUSHA, ISHWARA  -  MAYA, PRAKRITI, SHAKTI





martes, 15 de febrero de 2011

El estado de silencio es la base del movimiento

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El estado de silencio es la base del movimiento, una eterna inmovilidad es la condición necesaria, el campo, incluso la esencia, de la movilidad infinita; un ser estable es la condición y fundamento de la vasta acción de la Fuerza del ser. Es cuando arribamos a algo de este silencio, de esta estabilidad e inmovilidad, que podemos basar en él una fuerza y energía que en nuestro inquieto estado superficial sería inconcebible. La oposición que efectuamos es mental y conceptual; en realidad, el silencio del Espíritu y la dinámica del Espíritu son verdades complementarias e inseparables.
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LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo II
 BRAHMAN, PURUSHA, ISHWARA  -  MAYA, PRAKRITI, SHAKTI







lunes, 14 de febrero de 2011

¿Porqué se produce el error, falsedad, equivocación y mal?

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De la ignorancia se crea una conciencia errónea que da una errónea reacción dinámica al contacto de personas, cosas, sucesos; la conciencia superficial desarrolla el hábito de ignorar, interpretar equivocadamente o rechazar las sugestiones para la acción o contra la acción que llega de la secreta conciencia recóndita, de la entidad psíquica; en cambio responde a las no iluminadas sugestiones mentales y vitales, o actúa de acuerdo con las demandas e impulsos del ego vital. Aquí la segunda de las condiciones primarias de la evolución, la ley de un separado ser-vital afirmándose en un mundo que para él es uno no-yo, descuella y asume inmensa importancia. Es aquí donde la superficial personalidad vital o yo vital afirma su dominio, y este dominio del ignorante ser vital es una principal fuente activa de discordia y desarmonía, causa de vitales perturbaciones internas y externas, cauce principal de las malas acciones y el mal. El elemento natural vital en nosotros, en la medida en que está incontrolado o no preparado o retiene su primitivo carácter, no se preocupa de la verdad, ni de la conciencia correcta, ni de la acción correcta; se preocupa de la auto-afirmación, del crecimiento-vital, de la posesión, de la satisfacción del impulso, de todas las satisfacciones del deseo. Esta principal necesidad y demanda del yo-vital parece omni-importante para él; la llevaría a cabo sin consideración alguna con respecto a la verdad, la rectitud, el bien o cualquier otra consideración: pero debido a que la mente está allí y tiene estas concepciones, debido a que el alma está allí y tiene estas percepciones anímicas, procura dominar a la mente y lograr que dicte una sanción y ordene la ejecución de su propia voluntad de autoafirmación, un veredicto de verdad, rectitud y bien para sus propias afirmaciones, impulsos y deseos vitales; está preocupada con la autojustificación a fin de tener lugar para la auto-afirmación plena. Mas si puede obtener el sentimiento de la mente, está muy presta a ignorar todas las normas erigiendo una sola, la satisfacción, el crecimiento, la fuerza, la grandeza de su ego vital. El individuo-vital necesita lugar, expansión, posesión de su mundo, dominio y control de las cosas y los seres; necesita espacio-vital, espacio al sol, autoafirmación, sobrevivencia. Necesita estas cosas para sí y para aquellos a los que se asocia, para su propio ego y para el ego colectivo; los necesita para sus ideas, credos, ideales, intereses, imaginaciones: pues ha de afirmar estas formas de su "Yoidad" y "Miídad" imponiéndolas en el mundo que lo rodea o, si no es lo suficientemente fuerte para ello, al menos ha de defenderlas y mantenerlas contra los demás con el máximo de su poder e ingenio. Puede tratar de hacer eso mediante métodos que piensa escoge para pensar o representa como correctos; puede tratar de hacer eso mediante el desnudo uso de la violencia, el ardid, la falsedad, la agresión destructiva, el aplastamiento de otras formaciones-vitales: el principio es el mismo cualquiera que sea el medio o la actitud moral. Es no sólo en el reino de los intereses, sino en el reino de las ideas y en el reino de la religión que el ser vital del hombre introdujo este espíritu y esta actitud de auto-afirmación, lucha, uso de violencia, opresión y supresión, intolerancia y agresión; impuso el principio del egoísmo-vital en el dominio de la verdad intelectual y en el dominio del espíritu. Dentro de su auto-afirmación la auto-afirmante vida trae consigo el odio y disgusto hacia todo lo que obstruye el camino de su expansión o lastima su ego; desarrolla, como medio o pasión o reacción de la naturaleza vital, la crueldad, la traición y todo género de maldad: su satisfacción del deseo y el impulso no repara en lo correcto ni en lo incorrecto sino solamente en la satisfacción del deseo y del impulso. Pues esta satisfacción está presta para afrontar el riesgo de la destrucción y la realidad del sufrimiento; pues la Naturaleza no pugna solamente por llegar a la auto-preservación sino también a la afirmación-vital y a la satisfacción-vital, a la formulación de la fuerza vital y del ser-vital.

De esto no se sigue que se trate de todo lo que la personalidad vital es en su composición innata o que el mal esté en su naturaleza. Primariamente no se preocupa de la verdad ni del bien, pero puede apasionarse por la verdad y el bien, así como más espontáneamente se apasiona por la dicha y la belleza. En todo lo que está desarrollado por la fuerza-vital hay desarrollado al mismo tiempo un secreto deleite en alguna parte del ser, un deleite en el bien, y un deleite en el mal, un deleite en la verdad y un deleite en la falsedad, un deleite en la vida y una atracción hacia la muerte, un deleite en el placer y un deleite en el dolor, en nuestro propio sufrimiento y el sufrimiento de los demás, pero también en nuestra propia dicha y bien, y la dicha, la felicidad y bien de los demás. Pues la fuerza de afirmación-vital afirma tanto al bien como al mal: tiene sus impulsos de ayuda y asociación, de generosidad, afecto, lealtad, desprendimiento; asume tanto el altruismo como el egoísmo, tanto se sacrifica como destruye a los demás; y en todos sus actos está la misma pasión por la afirmación-vital, la misma fuerza de acción y realización. Este carácter del ser vital y su tendencia a existir donde los que denominados bien y mal son items mas no el cauce principal, es evidente en la vida subhumana; en el ser humano, dado que se ha desarrollado un discernimiento mental, moral y psíquico, está sujeto a control o camuflaje, pero no cambia de carácter. El ser vital, su fuerza-vital y su impulso en pos de la auto-afirmación son, ante la ausencia de una abierta acción del poder-anímico y del poder espiritual, Atmashakti, medio principal de concreción de la Naturaleza, y sin su apoyo ni la mente ni el cuerpo pueden utilizar sus posibilidades o realizar su objetivo aquí en la existencia. Es sólo si el ser vital interior o verdadero reemplaza a la personalidad-vital externa que el impulso del ego vital puede vencer por completo y la fuerza-vital convertirse en sierva del alma y poderosa instrumentación para la acción de nuestro verdadero ser espiritual.

Este es entonces el origen y naturaleza del error, la falsedad, la equivocación y el mal en la conciencia y voluntad del individuo; una limitada conciencia que surge de la nesciencia es la fuente del error, un personal apego a la limitación y al error nacido de ella es la fuente de la falsedad, una conciencia equivocada gobernada por el ego-vital es la fuente del mal. Pero es evidente que su existencia relativa es sólo un fenómeno proyectado por la fuerza cósmica en su impulso hacia una auto-expresión evolutiva, y es allí que hemos de buscar la significación del fenómeno. Pues el emerger del ego-vital es, como hemos visto, una maquinaria de la Naturaleza cósmica para la afirmación del individuo, para su auto-liberación de la indeterminada sustancia masiva del subconsciente, para la aparición de un ser consciente sobre terreno preparado por la Inconciencia; el principio de la afirmación-vital del ego es la consecuencia necesaria. El ego individual es una ficción pragmática y efectiva, una versión del yo secreto dentro de los términos de la conciencia superficial, o un subjetivo sustituto del verdadero yo en nuestra experiencia superficial: está separado por la ignorancia del otro-yo y de la Divinidad interior, pero aun es empujado secretamente hacia una unificación evolutiva en la diversidad; detrás de sí, aunque finito, tiene el impulso del infinito. Pero esto en los términos de una conciencia ignorante se traduce dentro de la voluntad para expandir, para ser una finitud ilimitada, para tomar dentro de sí cuanto puede, para entrar en todo y poseerlo, incluso para ser poseído si mediante eso puede sentirse satisfecho y creciendo en o a través de los demás, o llevar consigo, por sujeción, el ser y poder de los demás u obtener de ese modo ayuda o impulso para su afirmación-vital, su deleite-vital, su enriquecimiento de la existencia mental vital o física.

Pero debido a que efectúa estas cosas como ego separado, para su beneficio separado y no por consciente intercambio y reciprocidad, no por unidad, surgen la discordia-vital, el conflicto y la desarmonía, y a los productos de esta discordia-vital y desarmonía los llamamos error y mal. La Naturaleza los acepta porque son circunstancias necesarias de la evolución, necesarias para el crecimiento del ser dividido; son productos de la ignorancia, sostenidos por una conciencia ignorancia que se funda en la división, por una voluntad ignorante que trabaja a través de la división, por un ignorante deleite de la existencia que toma la dicha de la división. La intención evolutiva actúa a través del mal como a través del bien; ha de utilizarlo todo porque constreñirse a un bien limitado aprisionaría y restringiría la pretendida evolución; usa cualquier material a su alcance y con él hace lo que puede; esa es la razón de por qué vemos al mal aflorar de lo que llamamos bien y al bien hacer lo propio de lo que llamamos mal; y si encima vemos que lo considerado mal llega a ser aceptado como bien, que lo considerado bien se acepta como mal; ello ocurre porque nuestros criterios sobre ambos son evolutivos, limitados y mutables. La Naturaleza evolutiva, la terrestre fuerza cósmica parece entonces, al principio no tener preferencia por ninguno de estos opuestos, utilizándolos por igual para sus fines. Empero es la misma Naturaleza, la misma fuerza que agobió al hombre con el sentido del bien y el mal e insiste en su importancia: evidentemente, por lo tanto, debe estar allí de modo que el hombre pueda dejar ciertas cosas detrás de él, desplazarse hacia los demás, hasta que, del bien y el mal pueda emerger en un Bien que es eterno e infinito.
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LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo XIV
 EL ORIGEN Y REMEDIO DE LA FALSEDAD, EL ERROR, LA EQUIVOCACIÓN Y EL MAL




¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?

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Esa finalidad para la cual es menester toda esta exclusiva concentración que llamamos Ignorancia, consiste en seguir el ciclo de auto-olvido y auto-descubrimiento para cuyo deleite el espíritu secreto asume la Ignorancia en la Naturaleza. No es que toda la manifestación cósmica de otro modo se torne imposible; pues sería una manifestación muy distinta de aquella en la que vivimos; se restringiría a los mundos superiores de la Existencia divina o a un típico cosmos no-evolutivo donde cada ser viviría en la luz total de su propia ley natural, y esta manifestación inversa, este ciclo evolutivo, sería imposible. Lo que aquí es la meta sería allí la condición eterna; lo que aquí es una etapa sería allí el tipo perpetuo de existencia. Es para hallarse en los aparentes opuestos de su ser y su naturaleza que Sachchidananda desciende en la Nesciencia material e inviste su ignorancia fenoménica como máscara superficial en la que se oculta de su propia energía consciente, dejándola auto-olvidada y absorbida en sus obras y formas. Es en esas formas que el alma que despierta lentamente ha de aceptar la acción fenoménica de una ignorancia que es realmente conocimiento que despierta progresivamente de la original nesciencia. Y es en las nuevas condiciones creadas por estos trabajos que ha de redescubrirse y transformar, mediante esa luz, la vida que de esa manera se afana por cumplir el propósito de su descenso en la Inconciencia. El objeto de este ciclo cósmico no es volver lo más pronto posible a los cielos donde son eternas la luz perfecta y la dicha, ni a la bienaventuranza supracósmica, ni repetir meramente una desatinada ronda por el insatisfactorio surco de la ignorancia que marcha en pos del conocimiento y nunca lo halla perfectamente -en ese caso la ignorancia sería un despropósito inexplicable del Omni-consciente o una dolorosa y desatinada Necesidad igualmente inexplicable-, pero realizar el Ananda del Yo en otras condiciones que las supracósmicas, en el ser cósmico, y hallar su cielo de dicha y luz incluso en las oposiciones ofrecidas por los términos de una corporizada existencia material, mediante lucha en pos de la dicha del auto-descubrimiento, parecería ser el objeto verdadero del nacimiento del alma en el cuerpo humano y de los afanes de la raza humana en la serie de sus ciclos. La Ignorancia es un término necesario, aunque muy subordinado, que el Conocimiento universal se ha impuesto para tornar posible el movimiento -no de un despropósito o caída, sino un intencionado descenso, no una maldición, sino una oportunidad divina. Descubrir y corporizar el Omni-Deleite en un intenso resumen de su multiplicidad, alcanzar una posibilidad de la Existencia infinita que no podría alcanzarse en otras condiciones, crear de la Materia un templo de la Divinidad parecería ser la tarea impuesta al espíritu nacido en el universo material.
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LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo XIII
 LA EXCLUSIVA CONCENTRACIÓN DE LA CONCIENCIA-FUERZA Y LA IGNORANCIA







viernes, 11 de febrero de 2011

DESPERTAR INTERIOR Y AUTODESCUBRIMIENTO CÓSMICO

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Entonces, este doble muro de auto-prisión, de auto-fortificación dentro de los lindes de un ego superficial es la causa de nuestro conocimiento limitado o de nuestra ignorancia, y si esta auto-prisión fuese el carácter total de nuestra existencia, la ignorancia resultaría irremediable. Pero, de hecho este exterior ego-constructor es solo un artificio provisional de la Conciencia-Fuerza en las cosas de modo que el individuo secreto, el espíritu interior, pueda establecer una formación representativa e instrumental de sí en la naturaleza física, una individualización provisional en la naturaleza de la Ignorancia, que es todo lo que, al principio, puede hacerse en un mundo que emerge de una Inconciencia universal. Nuestra auto-ignorancia y nuestra ignorancia-del-mundo sólo pueden crecer hacia un autoconocimiento integral y un conocimiento-del-mundo integral en proporción a como nuestro limitado ego y su semi-ciega conciencia se abren a una mayor existencia interior, a la conciencia y a un auto-ser verdadero, y tomar razón también del no-yo fuera de ella asimismo como yo -por un lado una Naturaleza constitutiva de nuestra propia naturaleza, por el otro, una Existencia que es una ilimitada continuación de nuestro propio auto-ser. Nuestro ser ha de romper los muros de la ego-conciencia que él ha creado, ha de extenderse más allá de su cuerpo y habitar el cuerpo del universo. En lugar de su conocimiento por contacto indirecto, o sumado a él, debe arribar a un conocimiento por contacto directo y proceder a un conocimiento por identidad. Su limitada finitud ha de convertirse en ilimitada finitud e infinito.

Pero el primero de estos dos movimientos, el despertar a nuestras realidades interiores, se impone como primera necesidad porque es mediante este auto-descubrimiento interior que el segundo -el autodescubrimiento cósmico- puede llegar a ser enteramente posible: hemos de internamos en nuestro ser interior y aprender a vivir en él y de él; la mente, vida y cuerpo externos deben convertirse para nosotros sólo en una antecámara. Todo lo que somos en el exterior está ciertamente condicionado por lo que se halla dentro, oculto, en nuestras honduras y repliegues interiores; de ahí es de donde llegan las iniciativas secretas, las formaciones auto-efectivas; nuestras inspiraciones, nuestras intuiciones, nuestros motivos-vitales, nuestras preferencias mentales, nuestras selecciones volitivas, son manejadas desde allí --en la medida en que no sean conformadas o influidas por la insistencia, igualmente oculta, de una agitación de oleadas cósmicas: pero el uso que hacemos de estos poderes emergentes y de estas influencias está condicionado, grandemente determinado y, sobre todo, muy limitado por nuestra naturaleza más externa. Entonces, lo que hemos que descubrir es el conocimiento de este iniciador yo interior asociado a la precisa percepción del instrumental yo exterior y el rol que ambos desempeñan en nuestra construcción.

En la superficie conocemos sólo del yo tanto como se formula allí y de esto incluso únicamente una porción; pues vemos nuestro total ser superficial en una vaguedad general punteada y seccionada por puntos o figuras precisas: incluso lo que descubrimos mediante una introspección mental es sólo una suma de secciones; la entera figura y sentido de nuestra formación personal no la advertimos. Pero hay también una acción distorsionadora que oscurece y desfigura también este auto-conocimiento limitado; nuestro criterio-del-yo está viciado por el constante impacto e intrusión de nuestro exterior yo-vital, nuestro ser vital, que siempre busca hacer de la mente pensante su herramienta y sierva: pues nuestro ser vital no se preocupa del auto-conocimiento sino de la auto-afirmación, deseo, ego. Por lo tanto, está actuando constantemente sobre la mente para construir para él una estructura mental del yo aparente que sirva a estos fines; nuestra mente es persuadida para que presente ante nosotros y los demás una representativa figura parcialmente ficticia de nosotros mismos, que sostenga nuestra auto-afirmación, justifique nuestros deseos y acciones, nutra nuestro ego. Esta intervención vital no está siempre, por cierto, en la dirección de la auto-justificación y afirmación; a veces se vuelve hacia la auto-depreciación y una mórbida y exagerada auto-critica: pero esto también es una ego-estructura, un egoísmo inverso o negativo, un equilibrio o actitud del ego vital. Pues en este ego vital hay frecuentemente una mezcla de charlatán y embaucador, de tartufo y de actor; constantemente asume un rol y lo representa ante sí y ante los demás como su público, De esa manera se suma un organizado auto-engaño a una organización de auto-ignorancia; solo internándose y viendo estas cosas en su fuente podemos salir de esta oscuridad y confusión.

Pues dentro de nosotros hay un ser mental mayor, un ser vital mayor e interior, incluso un ser sutil-físico mayor e interior diferente de nuestra conciencia-corporal superficial, y entrando en éste o deviniendo eso, identificándonos con eso, podemos observar los orígenes de nuestros pensamientos y sentimientos, las fuentes y motivos de nuestras acciones, las energías operativas que construyen nuestra personalidad superficial. Pues descubrimos y podemos conocer el ser interior que secretamente piensa y percibe en nosotros, el sutil-físico ser que secretamente recibe y responde a los contactos de las cosas a través de nuestro cuerpo y sus órganos. Nuestro pensamiento, sentimiento y emoción superficiales constituyen una complejidad y confusión de impulsos desde adentro e impactos desde afuera de nosotros; nuestra razón, nuestra organizadora inteligencia puede imponer en eso sólo un orden imperfecto: pero aquí encontramos las fuentes separadas de nuestras energías vitales y físicas y podemos ver claramente las operaciones puras, los poderes distintos, los elementos componentes de cada uno y su interacción en una clara luz de autovisión. Descubrimos que las contradicciones y las luchas de nuestra conciencia superficial se deben grandemente a las tendencias contrarias o mutuamente discordantes de nuestras partes mental, vital y física opuestas e irreconciliables una con otra y éstas, a su vez, a la discordia de muchas posibilidades interiores diferentes de nuestra naturaleza superficial. Pero mientras en la superficie su acción se mezcla, se confunde y conflictúa, aquí en nuestras profundidades pueden verse y trabajarse en su naturaleza y acción independientes y separadas y no resulta difícil su armonización mediante el ser mental en nosotros, líder de la vida y el cuerpo, mejor, mediante la entidad mental psíquica -siempre que tengamos en el esfuerzo la correcta voluntad psíquica y mental: pues si ingresamos en el ser subliminal con la motivación del ego-vital, pueden producirse serios peligros o un desastre o al menos una exageración del ego, de la auto-afirmación y el deseo, una ampliada y más potente ignorancia en lugar de un ampliado y más potente conocimiento. Es más, descubrimos en este ser interior o subliminal los medios para discernir directamente entre lo que surge de adentro y lo que nos llega de afuera, de los demás o de la Naturaleza universal, y resulta posible ejercer un control, una elección, un poder de voluntaria recepción, rechazo y selección, un claro poder de auto-construcción y armonización que no poseemos o podemos operar muy imperfectamente en nuestra compuesta personalidad superficial pero que es la prerrogativa de nuestra Persona interior. Pues mediante esta entrada en las profundidades del ser interior, ya no velado del todo, ya no obligado a ejercer fragmentaria influencia sobre su instrumental conciencia exterior, es capaz de formularse más luminosamente en nuestra vida, en el universo físico.

En su esencia, el conocimiento del ser interior tiene los mismos elementos que el conocimiento superficial de la mente externa, pero entre ellos está la diferencia existente entre una media ceguera y una mayor claridad de la conciencia y la visión debida a una más directa y potente instrumentación y una mejor disposición de los elementos del conocimiento. El conocimiento por identidad, en la superficie un vago sentido inherente a nuestra auto-existencia y una parcial identificación con nuestros movimientos interiores, puede aquí profundizarse y agrandarse desde esa indistinta percepción esencial y limitada sensación hasta una clara y directa conciencia intrínseca de toda la entidad interior: podemos entrar en posesión de todo nuestro ser mental consciente y ser vital, y arribar a una estrecha intimidad de un contacto directo, penetrante y envolvente, con los movimientos totales de nuestra energía mental y vital; nos encontramos clara y estrechamente y somos -pero más libre y comprensiblemente- todos nuestros devenires, la auto-expresión total del Purusha en los actuales niveles de nuestra naturaleza. Pero también hay o puede haber junto con esta intimidad de conocimiento una separada observación de las acciones de la naturaleza mediante Purusha y una gran posibilidad, a través de este doble estado del conocimiento, de un control y comprensión completos. Todos los movimientos del ser superficial pueden verse con completo desapego, pero también con una directa visión en la conciencia por la que pueden eliminarse los auto-engaños y equivocaciones del yo de la conciencia externa; hay una visión mental más aguda, un más claro y más preciso sentimiento mental de nuestro devenir subjetivo, una visión que a la vez conoce, manda y controla la naturaleza toda.

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La Vida Divina, Tomo II
Capítulo X
CONOCIMIENTO POR IDENTIDAD Y CONOCIMIENTO SEPARATIVO



jueves, 10 de febrero de 2011

LOS SUEÑOS, ¿realidad o ilusión?

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Mas puede cuestionarse si nuestros sueños son en verdad totalmente reales o sin significado, si no son una figura, una imagen o una trascripción o representación simbólica de cosas que son reales. Para eso hemos de examinar, aunque sea someramente, la naturaleza del sueño y los fenómenos oníricos, su proceso de originación y su proveniencia. Lo que sucede en el sueño es que nuestra conciencia se retira del campo de sus experiencias en vigilia; se supone que descansa, está suspendida o vacante; pero ese es un criterio superficial del asunto. Las que están vacantes son las actividades de vigilia, lo que descansa es la mente superficial y la normal acción consciente de nuestra parte corporal; pero la conciencia interior no está suspendida, entra en nuevo accionar interior, del cual recordamos solamente una parte que sucede o se registra en algo nuestro que está próximo a la superficie. Se mantiene en sueños, cerca de la superficie, un oscuro elemento subconsciente que es receptáculo o pasaje de nuestras experiencias oníricas, que es también un elaborador-de-sueños; pero detrás de él está la hondura y masa de lo sublimal, la totalidad de nuestro interior y oculto ser y conciencia que es de muy distinto orden. Normalmente es una parte subconsciente en nosotros, intermedia entre la conciencia y la pura inconciencia, que proyecta a través de este estrato superficial sus formaciones a modo de sueños, construcciones marcadas por una aparente inconsecuencia e incoherencia. Muchas de éstas son fugitivas estructuras construidas sobre circunstancias de nuestra vida actual seleccionadas aparentemente al azar y rodeadas de una fantasía variable; otras retornan al pasado o más bien a circunstancias y personas seleccionadas del pasado, como punto de partida de similares edificios efímeros. Hay otros sueños del subconsciente que parecen ser pura fantasía sin ninguna iniciación ni base; pero el nuevo método de psicoanálisis, al procurar considerar, por primera vez, nuestros sueños con cierto género de comprensión científica, ha establecido en ellos un sistema de significados, una clave de las cosas nuestras que deben conocerse y manejarse mediante la conciencia en vigilia; esto, por sí, modifica el carácter y valor totales de nuestra experiencia onírica. Empieza a presentarse como si hubiese algo real detrás de eso y como si también ese algo fuese un elemento de alguna importancia práctica.

Pero el subconsciente no es nuestro único elaborador-de-sueños. El subconsciente en nosotros se halla en el límite extremo de nuestra secreta existencia interior donde encuentra al Inconsciente, es un grado de nuestro ser en el que el Inconsciente pugna dentro de una semi-conciencia; la conciencia física superficial también, cuando cae del nivel de vigilia y se retrotrae hasta el Inconsciente, se recoge en esta subconciencia intermedia. 0, desde otro punto de vista, esta parte inferior nuestra puede describirse cómo la antecámara del Inconsciente a través de la cual sus formaciones ascienden a nuestro ser en vigilia o nuestro ser sublimal. Cuando dormimos y nuestra superficial parte física, que en su primer origen es aquí producto del Inconsciente, cae en la originadora inconciencia, ingresa en este elemento, antecámara o substratum subconsciente, y descubre allí las impresiones de sus hábitos pasados o persistentes de la mente y las experiencias, -pues todo ha dejado su huella en nuestra parte subconsciente y tiene allí poder de recurrencia. En su efecto sobre nuestro yo en vigilia, esta recurrencia a menudo toma la forma de una reafirmación de viejos hábitos, de impulsos dormidos o suprimidos, de rechazados elementos de la naturaleza, o se presenta como un resultado no tan discernible, como algún resultado peculiar, disfrazado o sutil, de estos impulsos y elementos suprimidos y rechazados pero no borrados. En la conciencia onírica, el fenómeno es una construcción aparentemente fantasiosa, un compuesto de figuras y movimientos armados sobre o en torno de las inhumadas impresiones con un sentido que escapa a la inteligencia en vigilia porque carece de la clave del sistema de significados del subconsciente. Tras un tiempo, esta actividad subconsciente parece hundirse en una completa inconciencia y hablamos de este estado como de profundo sueño inonírico; de ahí emergemos nuevamente en la superficie onírica o retornamos a la superficie de vigilia.

Pero de hecho, en lo que llamamos sueño inonírico, hemos ingresado en un estrato más profundo y más denso del subconsciente, un estado demasiado involucionado, demasiado inmerso y demasiado oscuro; opaco y pesado para traer a la superficie sus estructuras, y allí soñamos pero somos incapaces de captar o retener en el estrato registrador de la subconciencia estas más oscuras figuras oníricas. O, puede ser, que la parte de nuestra mente, aún activa en el sueño del cuerpo haya ingresado en dominios interiores de nuestro ser (el mental sublimal, el vital sublimal, el sutil-físico) y esté allí perdida a toda conexión activa con nuestras partes superficiales. Si estamos aún en las más próximas profundidades de estas regiones, el subconsciente superficial que es nuestra vigilia-en-el-sueño registra algo de lo que experimentamos en estas profundidades; pero lo registra en su propia transcripción, a menudo desfigurada por incoherencias características y siempre, incluso cuando resulta más coherente, deformada o plasmada en figuras tomadas del mundo de la experiencia en vigilia. Pero si hemos profundizado más, en lo interior, el registro falla o no puede recuperarse y tenemos la ilusión de inoniricidad; mas la actividad de la conciencia onírica interior continúa detrás del velo de la ahora muda e inactiva superficie subconsciente. Esta continuada actividad onírica se nos revela cuando devenimos más interiormente conscientes, pues entonces entramos en conexión con el estrato subconsciente más pesado y profundo, y podemos tomar conciencia --en el momento o mediante un volver atrás o una recuperación a través de la memoria- de lo que sucedió cuando nos hundimos en estas aletargadas profundidades. Es posible también tomar una conciencia más profunda dentro de nuestros yoes sublimales y entonces captamos las experiencias en otros planos de nuestro ser o incluso en mundos suprafísicos para los que el sueño nos da un derecho de entrar secretamente. Nos alcanza una transcripción de tales experiencias; pero el transcriptor no es aquí el subconsciente, es el sublimal, un elaborador-de-sueños mayor.

Si el sublimal llega así frente a nuestra conciencia onírica, hay a veces una actividad de nuestra inteligencia sublimal, --el sueño se convierte en una serie de pensamientos, a menudo extraña o vivamente figurados, se resuelven problemas que nuestra conciencia en vigilia no podría resolver, las advertencias, las premoniciones, las indicaciones del futuro, los sueños verídicos reemplazan a la normal incoherencia subconsciente. Puede producirse también una estructura de imágenes simbólicas, algunas de carácter mental, algunas de naturaleza vital: las primeras son precisas en sus figuras, claras en su significado; las últimas, son con frecuencia complejas y frustrantes para nuestra conciencia en vigilia, pero, si podemos captar la clave, revelan su propio sentido y peculiar sistema de coherencia. Finalmente, pueden presentársenos los registros de sucesos vistos o experimentados por nosotros en otros planos de nuestro propio ser o del ser universal en el que ingresamos: estos tienen a veces, como los sueños simbólicos, fuerte implicancia sobre nuestra vida interior y exterior y sobre la vida de los demás, revelan elementos del ser mental y vital nuestro y de los demás, o revelan en ellos influencias de las que nuestro yo en vigilia es totalmente ignorante; pero a veces no tienen tal implicancia y son puros registros de otros sistemas organizados de la conciencia, independientes de nuestra existencia física. Los sueños subconscientes constituyen la masa de nuestra más ordinaria experiencia onírica y son los que usualmente recordamos; pero a veces, el constructor subliminal es capaz de impresionar lo suficiente nuestra conciencia onírica como para estampar sus actividades en nuestra memoria en vigilia. Si desarrollamos nuestro ser interior, si vivimos  más interiormente que la mayoría de los hombres, entonces el equilibrio se modifica y se abre ante nosotros una mayor conciencia onírica; nuestros sueños pueden tomar carácter subliminal y no ya subconsciente y pueden asumir realidad y significado.

Es incluso posible llegar a ser totalmente consciente en el sueño y seguir integralmente desde el principio al fin o en grandes trechos las etapas de nuestra experiencia onírica; se descubre entonces que tenemos conciencia de nuestro paso de un estado a otro de la conciencia hasta un breve período de descanso exento de sueños, luminoso y pacífico, que es el restaurador verdadero de las energías de la conciencia en vigilia, y luego, retornando por el mismo camino a la conciencia en vigilia. Es normal, cuando así pasamos de un estado a otro, dejar que las experiencias previas escapen de nosotros; al regresar sólo se recuerdan las más vívidas o aquellas más próximas a la superficie en vigilia: pero esto puede remediarse, -es posible una mayor retención o puede desarrollarse el poder de retornar con la memoria de sueño en sueño, de estado en estado, hasta que todo se halla una vez ante nosotros. Es posible un conocimiento coherente de la vida onírica, aunque difícil de alcanzar o mantener.

Nuestro yo subliminal no es, como nuestro superficial ser físico, un resultado de la energía del inconsciente; es lugar de reunión de la conciencia que emerge desde abajo por la evolución y de la conciencia que ha descendido de lo alto por la involución: Esta existencia interior es el origen oculto de casi todo en nuestro yo superficial que no es construcción de la primera Energía-deI-mundo inconsciente o desarrollada función natural de nuestra conciencia superficial o reacción de -ella a los impactos de la universal Naturaleza exterior, -e incluso en esta construcción, en estas funciones, en estas reacciones lo subliminal toma parte y ejerce en ellos considerable influencia. Aquí hay una conciencia que tiene un poder de contacto directo con lo universal a diferencia de la mayoría de los contactos indirectos que nuestro ser superficial mantiene con el universo a través de la mente sensoria y los sentidos. Hay aquí sentidos interiores vista, tacto, oído subliminales; pero estos sentidos sutiles son antes canales de la directa conciencia de las cosas del ser interior que sus informantes: lo subliminal no depende de sus sentidos para su conocimiento, ellos sólo dan una forma a su experiencia directa de los objetos; ellos,  tanto como en la mente en vigilia, transmiten formas de los objetos para la documentación de la mente o como punto de partida o base para una experiencia constructiva indirecta. Lo subliminal tiene derecho a ingresar en los planos mental, vital y sutil-físico de la conciencia universal, no está confinado en el plano material y el mundo físico, posee medios de comunicación con los mundos del ser que el descenso en la involución creó en su pasaje y con todos los planos o mundos correspondientes que pueden haber surgido y haber sido construidos para servir al propósito del reascenso desde la Inconciencia a la Superconciencia. Es dentro de este gran reino de la existencia interior que nuestra mente y ser vital se retiran al apartarse de las actividades superficiales ya sea por sueño, concentración interior o fusión interior de trance.

Nuestro estado de vigilia no sabe de su conexión con el ser subliminal, aunque recibe de él -pero sin conocimiento alguno del lugar de origen- las inspiraciones, intuiciones, ideas, sugestiones volitivas, sugestiones sensorias, impulsos de acción que surgen desde abajo y detrás de nuestra limitada existencia superficial. El sueño como trance nos abre la puerta de lo subliminal; pues en el sueño, como en el trance, nos retiramos detrás del velo de la limitada personalidad en vigilia y es detrás de este velo que lo subliminal tiene su existencia. Pero recibimos los registros de nuestra experiencia onírica a través del sueño y en las figuras del sueño y no en ese estado que podría llamarse vigilia interior y que es la forma más accesible del estado de trance, ni a través de claridades supernormales de la visión y otros medios más luminosos y concretos de comunicación, desarrollados por la interior cognición subliminal que entra en habitual u ocasional conexión consciente con nuestro yo en vigilia. Lo subliminal, con lo subconsciente como anexo de sí, -pues lo subconsciente es también parte de la entidad detrás-del-velo-, es el vidente de las cosas interiores y de las experiencias suprafísicas; lo subconsciente superficial es sólo un transcriptor. Es por esta razón que el Upanishad describe al ser subliminal como Yo Onírico porque es normalmente en los sueños, visiones, absortos estados de la experiencia interior que entramos y somos partes de sus experiencias, -así como describe al superconsciente como Yo del Sueño porque normalmente todas las experiencias mentales o sensorias cesan cuando entramos en esta superconciencia. Pues en el trance más profundo en el cual el contacto del superconsciente asume nuestra mentalidad, normalmente no puede alcanzarnos ningún registro ni transcripción de su contenido; es sólo mediante un desarrollo especial o inusual, en un estado supernormal o a través de interrupción o escisión de nuestra normalidad confinada que podemos estar en lo consciente superficial de los contactos o mensajes de la Superconciencia. Pero, a pesar de estos nombres figurativos de estado onírico y estado de sueño, el campo de ambos estados de la conciencia fue claramente considerado como campo de la realidad no menos que el del estado de vigilia en el que nuestros movimientos de la conciencia perceptiva son registro o transcripción de las cosas físicas y de nuestros contactos con el universo físico. Sin duda, todos estos tres estados pueden ser clasificados como partes de una ilusión, nuestras experiencias de ellos pueden ordenarse juntas como construcciones de una conciencia ilusoria de nuestro estado de vigilia no menos ilusorio que nuestro estado onírico o de sueño, dado que la única verdad verdadera o realidad real es el incomunicable Yo o Existencia-Única (Arman, Adwaita ) que es el cuarto estado del Yo descrito por el Vedanta. Pero es igualmente posible considerarlos y ordenados juntos como tres diferentes órdenes de la Realidad única o como tres estados de la conciencia en los que está corporizado nuestro contacto con los tres diferentes grados de la auto-experiencia y la experiencia-del-mundo.

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LA VIDA DIVINA
Libro II
La Conciencia Infinita y la Ignorancia
Fragmento del Capítulo V
 LA ILUSIÓN CÓSMICA: MENTE SUEÑO Y ALUCINACIÓN