Así
como hay un equilibrio de relaciones de Purusha (lo personal, el quieto, el Ser
Real o alma…) con Prakriti (lo impersonal, el movimiento, la naturaleza del Ser
Real o alma…) en el que la Materia es el primer determinante, un mundo de
existencia material (nuestro mundo conocido), de igual modo hay otro equilibrio
precisamente (otro mundo o plano) encima de éste en el que la Materia no es suprema sino que la fuerza de la Vida ocupa
más bien su lugar como primer determinante.
En
este (otro) mundo las formas no determinan las condiciones de vida, pero es la vida la que determina la forma, y por lo tanto
las formas son allí mucho más libres, fluidas, en mayor escala y para nuestras
concepciones más extrañamente variables que en el mundo material.
Esta
fuerza vital aboga por el disfrute, la posesión y la satisfacción de su impulso
dinámico. El deseo y la satisfacción del impulso son,
por lo tanto, la ley primera de este mundo, de este equilibrio de
relaciones entre el alma y su naturaleza en el que el poder del deseo juega con
una libertad y capacidad mucho mayores que en nuestra vida física; puede
llamarse mundo del deseo, pues ese es su principio característico.
Es
más, no está fijado a una sola fórmula difícilmente variable como parece
ocurrir en el mundo físico, sino que es capaz de muchas variaciones de su
equilibrio, admite muchos subplanos que abarcan
desde los que entran en contacto con la existencia material y es como si se
fundiesen en ella, hasta los que hacen lo propio en la cima del poder vital con
los planos de la pura existencia mental y psíquica, fundiéndose en ellos. Pues
en la Naturaleza, en la escala infinita del ser, no hay vastos abismos, ni
abruptas fisuras que saltar, sino una amalgama de una cosa con otra, una sutil
continuidad.
Sri Aurobindo
Síntesis del Yoga, Libro II
Capítulo XIX, Los Planos de nuestra
existencia
Acceso a:
.