El Amo y Motor de nuestras obras es el Uno,
el Universal y Supremo,
el Eterno e Infinito.
Es el trascendente Absoluto desconocido e incognoscible,
el Inefable inexpresado e inmanifestado
por encima de nosotros.
Pero también es el Yo de todos los seres,
el Amo de todos los mundos,
que trasciende toda la existencia,
la Luz y la Guía,
el Omni-Bello y Omni-Bienaventurado,
el Amado y el Amante.
Es el Espíritu Cósmico
y toda esta Energía creadora que nos rodea;
es el Inmanente que está dentro de nosotros.
Todo cuanto existe es él,
y es el Más de todo lo que es,
y nosotros mismos,
aunque no lo sepamos,
somos ser de su ser,
fuerza de su fuerza,
conscientes de una conciencia derivada de la suya;
hasta nuestra existencia mortal
está hecha con su sustancia
y dentro de nosotros hay un inmortal
que es chispa de la Luz y Bienaventuranza
que existe eternamente.
Sin tener en cuenta si lo es por conocimiento,
obras,
amor
o cualquier otro medio,
tomar conciencia de esta verdad de nuestro ser,
realizarla
y hacerla efectiva
aquí
o en otra parte
es el objeto de todo el Yoga (autoconocimiento, crecimiento, despertar, evolución..., el objetivo de la vida).
Sri Aurobindo - Síntesis del Yoga, Libro I - Capítulo XI
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