Toda la dificultad en encarar espiritualmente
las obras de la vida
surge porque la voluntad-en-la-vida
para los fines de la Ignorancia
creó un género falso de alma del deseo (ser falso)
sustituyendo así la CHISPA de la Divinidad,
la Psiquis Verdadera
el Ser Central o Real (Ser Real).
Todas o la mayoría de las obras de la vida
están en la actualidad
o parecen ser accionadas o viciadas
por esta alma del deseo;
hasta quienes son éticos o religiosos,
hasta quienes tienen la apariencia del altruismo,
de la filantropía,
del autosacrificio y la autonegación están traspasados por ella.
Esta alma del deseo es un alma separativa;
pugna siempre,
abiertamente o bajo máscaras más o menos brillantes,
por su propio crecimiento,
posesión,
goce,
conquista e imperio.
Si la Vida debe librarse de la maldición del desasosiego,
la desarmonía
y la perversión,
el Alma Verdadera,
al Ser Psíquico (Central, Real, Atemporal…)
debe acordársele su sitio rector
y debe haber una disolución
del alma falsa del deseo y del ego.
Pero esto no significa que deba forzarse o negarse a la vida misma su innato lineamiento de realización; pues detrás de esta alma exterior del deseo hay en nosotros un ser vital interior y verdadero que no ha de disolverse sino que ha de ponerse de relieve y en su verdadero accionar como poder de la Naturaleza Divina. La relevancia de este ser vital verdadero bajo la orientación de la verdadera alma recóndita, dentro de nosotros, es la condición para la realización divina de los objetos de la Fuerza Vital. Estos objetos seguirán incluso siendo los mismos en esencia, pero transformados en su motivación interior y carácter exterior. El Poder Vital Divino será también un anhelo evolutivo, una fuerza de autoafirmación, pero afirmación de la Divinidad dentro de nosotros, no de la pequeña personalidad temporaria sobre la superficie -un desarrollo en el verdadero individuo divino, el Ser Central, la Persona secreta e imperecedera, que puede emerger sólo por subordinación y desaparición del ego. Este es el verdadero objeto de la vida: crecimiento, pero crecimiento del espíritu en la Naturaleza, afirmándose y desarrollándose en la mente, la vida y el cuerpo; posesión, pero posesión por la Divinidad de la Divinidad en todas las cosas, y no de las cosas en sí por el deseo del ego; goce, pero goce del Ananda divino en el universo; batalla, conquista e imperio en la forma de un conflicto victorioso con los Poderes de la Oscuridad, una autonorma y dominio espirituales e íntegros sobre la Naturaleza interior y exterior, una conquista por parte del Conocimiento, del Amor y la Voluntad Divina sobre los dominios de la Ignorancia.
Sri Aurobindo - Síntesis del Yoga, Libro I - Capítulo VI
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