son flores de la conciencia mental y,
a lo más,
representan la fría y pálida imitación mental
de la llama espiritual del Amor Divino universal.
Al no liberar verdaderamente del ego-sentido,
lo amplían al máximo,
acordándole una mayor satisfacción;
impotentes para practicar un cambio de la vida
y naturaleza vitales y humanas,
sólo modifican paliando su acción
y embadurnando su inmutable esencia egoísta.
O si son seguidos con intensidad y entera sinceridad volitiva,
ello ocurre por una exagerada amplificación
de un sólo lado de nuestra naturaleza;
en esa exageración no puede haber una clave
para la evolución divina plena y perfecta
de los muchos lados de nuestro ser individualizado
hacia el Eterno Universal y Trascendente.
Sri Aurobindo - Síntesis del Yoga, Libro I - Capítulo V
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