nos pone frente a frente
con la extraordinaria complejidad de nuestro ser,
con la multiplicidad estimulante pero,
también embarazosa de nuestra personalidad,
la rica confusión interminable de la Naturaleza.
Para el hombre común
que vive en su propia vigilia superficial,
ignorante de las profundidades y vastedades del yo detrás del velo,
su existencia psicológica es medianamente simple:
Una pequeña pero clamorosa compañía de deseos,
algunos imperativos anhelos intelectuales y estéticos,
algunos gustos,
unas pocas ideas rectoras
o destacadas en medio de una gran corriente de pensamientos inconexos,
o mal conectados y en su mayoría triviales,
una cantidad de necesidades vitales más o menos imperativas,
alternancias de enfermedad y salud físicas,
una sucesión dispersa e inconsecuente de dichas y pesares,
de frecuentes trastornos y vicisitudes menores,
y más raras y fuertes búsquedas y rebeldías mentales o corporales,
y a través de eso toda la Naturaleza,
en parte con la ayuda de su pensamiento y voluntad,
en parte sin ellos
o a pesar de ellos,
disponiendo estas cosas en una forma toscamente práctica,
en un tolerable orden desordenado,
este es el material de su existencia.
El ser humano común,
en su existencia interior,
es tan burdo e indesarrollado como lo fue el pasado hombre primitivo en su vida externa.
Pero tan pronto profundizamos en nosotros mismos
-y el Yoga significa sumergirse en todas las múltiples profundidades del alma-,
nos hallamos subjetivamente,
como el hombre en su evolución se descubrió objetivamente,
rodeados por un mundo totalmente complejo
al que tenemos que conocer y conquistar.
Sri Aurobindo - Síntesis del Yoga, Libro I
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