jueves, 16 de agosto de 2012

LA MENTE, CREACIÓN Y MOTOR DE LA NATURALEZA


Una vez que el sadhaka (aprendiz) se abstrae de la acción de Prakriti (Naturaleza) dentro de él o sobre él y, sin interferencia, corrección, inhibición, elección ni decisión, consentido su juego y analizado y observado el proceso, pronto descubre que las modalidades de aquélla son autodependientes y trabajan mediante su propia estructura y fuerzas propulsoras, como funciona una máquina una vez puesta en movimiento. La fuerza y la propulsión provienen de Prakrití y no de la criatura.

Entonces comprende qué equivocada era su impresión de que su mente era la hacedora de sus obras; su mente era tan sólo una pequeña parte de él y una creación y motor de la Naturaleza. La naturaleza actuaba todo el tiempo según su modalidad haciendo girar las tres cualidades generales como una niña podría jugar con sus muñecas.

Todo el tiempo su ego fue herramienta y juguete; su carácter e inteligencia, sus cualidades morales y poderes mentales, sus creaciones, obras y hazañas, su ira y paciencia, su crueldad y misericordia, su amor y su odio, su pecado y su virtud, su luz y su oscuridad, su pasión jubilosa y su pesarosa angustia fueron el juego de la Naturaleza al que el alma atraída, conquistada y sometida, prestó su concurrencia pasiva.

Pero el determinismo de la Naturaleza o la Fuerza no es todo; el alma tiene que decir una palabra al respecto -pero el alma secreta, el Purusha, no la mente ni el ego, puesto que éstas no son entidades independientes, sino partes de la Naturaleza-.

Es menester que el alma autorice el juego y mediante una silenciosa voluntad interior, como señora y sancionadora pueda determinar el principio del juego, interviniendo en sus combinaciones, aunque la ejecución pensante, volitiva, activa e impulsiva deba ser todavía parte y privilegio de la Naturaleza.

Purusha puede dictar una armonía para que la ejecute la Naturaleza, no mediante interferencia en sus funciones sino mediante consciente respeto hacia ella, transmutándola de inmediato o, después de muchas dificultades, en idea transmisora, ímpetu dinámico y figura significativa.


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