miércoles, 20 de abril de 2011

Gnosis, La Conciencia de la Realidad, el Ser, el Espíritu que está secreto en nosotros

Es la conciencia y la vida las que deben ser palabras claves para nuestro ser así estructurado en el Tiempo; pues sin ellas la Materia y el mundo de la Materia serían un fenómeno ininteligible, una cosa que sucedió precisamente por Azar o por una Necesidad inconsciente.

Mas la conciencia tal como es, la vida tal como es no pueden ser el secreto todo; pues ambas son muy claramente algo inacabado y aun en proceso.

En nosotros la conciencia es la Mente, y nuestra mente es ignorante e imperfecta, un poder intermedio que ha crecido y aun crece hacia algo más allá de sí: hubo niveles inferiores de la conciencia llegados ante ella y de la cual surgieron, debe haber evidentemente niveles superiores a los que ella misma surja.

Antes de nuestro pensamiento, razonamiento y reflexión mentales hubo una conciencia impensante pero viviente y sensitiva, y antes de eso existió el subconsciente y el inconsciente; después de nosotros y en nuestros aun inevolucionados yoes es probable que aguarde una conciencia mayor, autoluminosa, que no depende del pensamiento constructivo: nuestra mente-pensante imperfecta e ignorante no es ciertamente la última palabra de la conciencia, su última posibilidad.

Pues la esencia de la conciencia es el poder de estar al tanto de sí y de sus objetos, y en su verdadera naturaleza este poder debe ser directo, autorrealizado y completo: si en nosotros es indirecto, incompleto, irrealizado en sus obras, dependiente de los elaborados instrumentos, es porque la conciencia emerge aquí de una Inconciencia original que la vela y está aun agobiada y envuelta con la primera Nesciencia propia del Inconsciente; mas debe tener el poder de emerger completamente, su destino debe ser evolucionar en su propia perfección que es su verdadera naturaleza.

Su verdadera naturaleza ha de ser totalmente consciente de sus objetos, y de estos objetos el primero es el yo, el ser que evoluciona aquí su conciencia, y el resto es lo que vemos como no-yo -pero si la existencia es indivisible, eso también debe ser en realidad el yo: el destino de la conciencia evolutiva debe ser, entonces, devenir perfecta en su captación, enteramente al tanto del yo y omnicaptante.

Esta condición perfecta y natural de la conciencia es para nosotros una superconciencia, un estado que está más allá de nosotros y en el cual nuestra mente, si es transferida repentinamente a él, no podría funcionar al principio; pero es hacia esa superconciencia que nuestro ser consciente debe estar evolucionando.

Pero esta evolución de nuestra conciencia hacia la superconciencia o lo supremo de sí es posible sólo si la Inconciencia que es nuestra base aquí realmente es una Superconciencia involucionada; pues lo que ha de estar en el devenir de la Realidad en nosotros debe ya estar allí involucionado o secreto en su comienzo.

Tal Ser o Poder involucionado podemos concebir que sea el Inconsciente cuando consideramos de cerca esta creación material de una Energía inconsciente y la vemos elaborar con curiosa construcción e infinito artificio la obra de una vasta Inteligencia involucionada y vemos, también, que nosotros mismos somos algo de esa Inteligencia evolucionando de su involución, una conciencia que emerge cuyo emerger no puede detenerse en el camino hasta que el Involucionado haya evolucionado y se haya revelado como una suprema Inteligencia totalmente autoconsciente u omniconsciente. A esto es a lo que hemos dado el nombre de Supermente o Gnosis. Pues eso evidentemente debe ser la Conciencia de la Realidad, el Ser, el Espíritu que está secreto en nosotros y se manifiesta aquí lentamente; de ese Ser sobre los devenires debemos crecer en su naturaleza.


De: LA VIDA DIVINA, Tomo III

Capítulo XIV - LA VIDA DIVINA
Sri Aurobindo 




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