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Entonces, este doble muro de auto-prisión, de auto-fortificación dentro de los lindes de un ego superficial es la causa de nuestro conocimiento limitado o de nuestra ignorancia, y si esta auto-prisión fuese el carácter total de nuestra existencia, la ignorancia resultaría irremediable. Pero, de hecho este exterior ego-constructor es solo un artificio provisional de la Conciencia-Fuerza en las cosas de modo que el individuo secreto, el espíritu interior, pueda establecer una formación representativa e instrumental de sí en la naturaleza física, una individualización provisional en la naturaleza de la Ignorancia, que es todo lo que, al principio, puede hacerse en un mundo que emerge de una Inconciencia universal. Nuestra auto-ignorancia y nuestra ignorancia-del-mundo sólo pueden crecer hacia un autoconocimiento integral y un conocimiento-del-mundo integral en proporción a como nuestro limitado ego y su semi-ciega conciencia se abren a una mayor existencia interior, a la conciencia y a un auto-ser verdadero, y tomar razón también del no-yo fuera de ella asimismo como yo -por un lado una Naturaleza constitutiva de nuestra propia naturaleza, por el otro, una Existencia que es una ilimitada continuación de nuestro propio auto-ser. Nuestro ser ha de romper los muros de la ego-conciencia que él ha creado, ha de extenderse más allá de su cuerpo y habitar el cuerpo del universo. En lugar de su conocimiento por contacto indirecto, o sumado a él, debe arribar a un conocimiento por contacto directo y proceder a un conocimiento por identidad. Su limitada finitud ha de convertirse en ilimitada finitud e infinito.
Pero el primero de estos dos movimientos, el despertar a nuestras realidades interiores, se impone como primera necesidad porque es mediante este auto-descubrimiento interior que el segundo -el autodescubrimiento cósmico- puede llegar a ser enteramente posible: hemos de internamos en nuestro ser interior y aprender a vivir en él y de él; la mente, vida y cuerpo externos deben convertirse para nosotros sólo en una antecámara. Todo lo que somos en el exterior está ciertamente condicionado por lo que se halla dentro, oculto, en nuestras honduras y repliegues interiores; de ahí es de donde llegan las iniciativas secretas, las formaciones auto-efectivas; nuestras inspiraciones, nuestras intuiciones, nuestros motivos-vitales, nuestras preferencias mentales, nuestras selecciones volitivas, son manejadas desde allí --en la medida en que no sean conformadas o influidas por la insistencia, igualmente oculta, de una agitación de oleadas cósmicas: pero el uso que hacemos de estos poderes emergentes y de estas influencias está condicionado, grandemente determinado y, sobre todo, muy limitado por nuestra naturaleza más externa. Entonces, lo que hemos que descubrir es el conocimiento de este iniciador yo interior asociado a la precisa percepción del instrumental yo exterior y el rol que ambos desempeñan en nuestra construcción.
En la superficie conocemos sólo del yo tanto como se formula allí y de esto incluso únicamente una porción; pues vemos nuestro total ser superficial en una vaguedad general punteada y seccionada por puntos o figuras precisas: incluso lo que descubrimos mediante una introspección mental es sólo una suma de secciones; la entera figura y sentido de nuestra formación personal no la advertimos. Pero hay también una acción distorsionadora que oscurece y desfigura también este auto-conocimiento limitado; nuestro criterio-del-yo está viciado por el constante impacto e intrusión de nuestro exterior yo-vital, nuestro ser vital, que siempre busca hacer de la mente pensante su herramienta y sierva: pues nuestro ser vital no se preocupa del auto-conocimiento sino de la auto-afirmación, deseo, ego. Por lo tanto, está actuando constantemente sobre la mente para construir para él una estructura mental del yo aparente que sirva a estos fines; nuestra mente es persuadida para que presente ante nosotros y los demás una representativa figura parcialmente ficticia de nosotros mismos, que sostenga nuestra auto-afirmación, justifique nuestros deseos y acciones, nutra nuestro ego. Esta intervención vital no está siempre, por cierto, en la dirección de la auto-justificación y afirmación; a veces se vuelve hacia la auto-depreciación y una mórbida y exagerada auto-critica: pero esto también es una ego-estructura, un egoísmo inverso o negativo, un equilibrio o actitud del ego vital. Pues en este ego vital hay frecuentemente una mezcla de charlatán y embaucador, de tartufo y de actor; constantemente asume un rol y lo representa ante sí y ante los demás como su público, De esa manera se suma un organizado auto-engaño a una organización de auto-ignorancia; solo internándose y viendo estas cosas en su fuente podemos salir de esta oscuridad y confusión.
Pues dentro de nosotros hay un ser mental mayor, un ser vital mayor e interior, incluso un ser sutil-físico mayor e interior diferente de nuestra conciencia-corporal superficial, y entrando en éste o deviniendo eso, identificándonos con eso, podemos observar los orígenes de nuestros pensamientos y sentimientos, las fuentes y motivos de nuestras acciones, las energías operativas que construyen nuestra personalidad superficial. Pues descubrimos y podemos conocer el ser interior que secretamente piensa y percibe en nosotros, el sutil-físico ser que secretamente recibe y responde a los contactos de las cosas a través de nuestro cuerpo y sus órganos. Nuestro pensamiento, sentimiento y emoción superficiales constituyen una complejidad y confusión de impulsos desde adentro e impactos desde afuera de nosotros; nuestra razón, nuestra organizadora inteligencia puede imponer en eso sólo un orden imperfecto: pero aquí encontramos las fuentes separadas de nuestras energías vitales y físicas y podemos ver claramente las operaciones puras, los poderes distintos, los elementos componentes de cada uno y su interacción en una clara luz de autovisión. Descubrimos que las contradicciones y las luchas de nuestra conciencia superficial se deben grandemente a las tendencias contrarias o mutuamente discordantes de nuestras partes mental, vital y física opuestas e irreconciliables una con otra y éstas, a su vez, a la discordia de muchas posibilidades interiores diferentes de nuestra naturaleza superficial. Pero mientras en la superficie su acción se mezcla, se confunde y conflictúa, aquí en nuestras profundidades pueden verse y trabajarse en su naturaleza y acción independientes y separadas y no resulta difícil su armonización mediante el ser mental en nosotros, líder de la vida y el cuerpo, mejor, mediante la entidad mental psíquica -siempre que tengamos en el esfuerzo la correcta voluntad psíquica y mental: pues si ingresamos en el ser subliminal con la motivación del ego-vital, pueden producirse serios peligros o un desastre o al menos una exageración del ego, de la auto-afirmación y el deseo, una ampliada y más potente ignorancia en lugar de un ampliado y más potente conocimiento. Es más, descubrimos en este ser interior o subliminal los medios para discernir directamente entre lo que surge de adentro y lo que nos llega de afuera, de los demás o de la Naturaleza universal, y resulta posible ejercer un control, una elección, un poder de voluntaria recepción, rechazo y selección, un claro poder de auto-construcción y armonización que no poseemos o podemos operar muy imperfectamente en nuestra compuesta personalidad superficial pero que es la prerrogativa de nuestra Persona interior. Pues mediante esta entrada en las profundidades del ser interior, ya no velado del todo, ya no obligado a ejercer fragmentaria influencia sobre su instrumental conciencia exterior, es capaz de formularse más luminosamente en nuestra vida, en el universo físico.
En su esencia, el conocimiento del ser interior tiene los mismos elementos que el conocimiento superficial de la mente externa, pero entre ellos está la diferencia existente entre una media ceguera y una mayor claridad de la conciencia y la visión debida a una más directa y potente instrumentación y una mejor disposición de los elementos del conocimiento. El conocimiento por identidad, en la superficie un vago sentido inherente a nuestra auto-existencia y una parcial identificación con nuestros movimientos interiores, puede aquí profundizarse y agrandarse desde esa indistinta percepción esencial y limitada sensación hasta una clara y directa conciencia intrínseca de toda la entidad interior: podemos entrar en posesión de todo nuestro ser mental consciente y ser vital, y arribar a una estrecha intimidad de un contacto directo, penetrante y envolvente, con los movimientos totales de nuestra energía mental y vital; nos encontramos clara y estrechamente y somos -pero más libre y comprensiblemente- todos nuestros devenires, la auto-expresión total del Purusha en los actuales niveles de nuestra naturaleza. Pero también hay o puede haber junto con esta intimidad de conocimiento una separada observación de las acciones de la naturaleza mediante Purusha y una gran posibilidad, a través de este doble estado del conocimiento, de un control y comprensión completos. Todos los movimientos del ser superficial pueden verse con completo desapego, pero también con una directa visión en la conciencia por la que pueden eliminarse los auto-engaños y equivocaciones del yo de la conciencia externa; hay una visión mental más aguda, un más claro y más preciso sentimiento mental de nuestro devenir subjetivo, una visión que a la vez conoce, manda y controla la naturaleza toda.
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La Vida Divina, Tomo II
Capítulo X
CONOCIMIENTO POR IDENTIDAD Y CONOCIMIENTO SEPARATIVO
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